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Luís Felipe Díaz Galeano

Empresario/Escritor
Madrid, España

De pequeño, ¿qué querías ser cuando fueses mayor?

¡Muchas cosas!  Recuerdo que, particularmente, aspiraba a ser bombero, taxista o soldado.  Luego, de mayor, fui siendo más selectivo y, quizás, más equivocado.  Hoy en día, a veces me pregunto si no hubiera sido más feliz siendo una persona con una profesión menos complicada.

En tu infancia, tu familia tuvo que abandonar el país, ¿por qué?

Fue una situación curiosa.  Mi padre estaba a punto de recibir una promoción profesional importante.  El estar residiendo en aquella época en la Cuba del comienzo del triunfo de la Revolución y el cambio tan radical que ello produjo en la propiedad privada, hizo que la promoción de mi padre se viera precipitada.  El gobierno intervino la empresa en la que trabajaba mi padre y nos vimos abandonando el país camino de Detroit (USA) a un destino temporal preparado por su compañía mientras organizaba nuestro traslado a España.

¿Echaste de menos tu país?

Curiosamente nunca he tenido esa sensación de echar de menos a mi país.  Al salir me encontré con muchos obstáculos que demandaban toda mi atención, aprender inglés, enfrentarme a comportamientos muy distintos a los míos, nuevas costumbres, hábitos.  Creo que no tuve tiempo para pensar en el pasado.  El mundo que se me desvelaba en toda su grandeza ante mis ojos fue superior al sentimiento de nostalgia.  Poco después aterrizamos en España y muchas de las costumbres eran similares a las que había conocido en mi país con lo cual volví a sentirme bastante seguro.

¿Cuáles consideras tú que son las ventajas y desventajas de crecer rodeado de jóvenes de distintas nacionalidades?

La gran ventaja es que te enfrentas a puntos de vista y situaciones en las que antes no te has visto involucrado.  Ello te lleva a pensar que, quizás, tú no llevas siempre la razón, que hay otros argumentos, igualmente válidos y distintos a los tuyos, que enfocan las situaciones de una manera que jamás se te habrían ocurrido o que hubieses pensado que no serían aplicables en tu entorno. Ello te lleva a ser más tolerante, más comprensivo y a desarrollar una actitud de consenso en la que debes ceder parte de tu razón y admitir parte de la de otros.  Eso, ciertamente, es difícil ya que requiere afrontar las cosas con una amplitud de miras y un respeto que cuesta conceder.  Es una situación para la que no basta con ser demócrata, hay que ser algo más y, sobre todo, poner mucho de tu parte.

¿Desventajas?  Personalmente creo que ninguna.  El problema no reside en las diferencias sino en cómo se abordan.  Si dejamos que el racismo, las religiones intransigentes, la avaricia, la envidia y el odio guíen nuestras acciones, entonces nunca podremos aprender y beneficiarnos de lo bueno que hay en las diferencias y nos convertiremos en seres bidimensionales sin ninguna profundidad intelectual ni espiritual.

¿Encontraste muchas dificultades para aprender inglés?  ¿Cuándo comenzaste a aprender el idioma?

Fue muy frustrante al principio ya que mi conocimiento de la lengua era escaso y limitado a pocas frases y palabras.  Además, me encontraba en un país y una zona, Detroit, donde nadie hablaba mi lengua con lo cual, la ayuda era inexistente.  La ventaja es que me enfrenté a esa situación con diez años de edad y a esa edad cualquier persona es capaz de aprender otro idioma en tres meses.  Al menos ese fue mi caso y lo aprendí de la misma forma que aprende un recién nacido a hablar.  Hoy en día lo más difícil para mí es traducir del inglés al español o viceversa porque no aprendí de un idioma hacia el otro como suele ser la costumbre, sino que cada idioma se me grabó de forma independiente.

¿Cuáles eran tus asignaturas preferidas en el colegio?

Mis preferidas eran las matemáticas y la literatura.  Con el resto siempre mantuve una lucha feroz contra el aburrimiento.

¿Cuándo te diste cuenta que disfrutabas escribiendo?  ¿Sentías que tenías un talento natural o tuviste que emplear muchas horas en perfeccionar esa habilidad?

Empecé a escribir "en serio" a los diecisiete años.  Por entonces escribía muchas poesías y las recopilaba en pequeños cuadernos que aún conservo y que suelo leer de vez en cuando.  Luego me fui atreviendo con pequeños ensayos y relatos e, incluso, empecé una pieza de teatro.  Desafortunadamente, se quedaron sólo en meros ejercicios literarios porque carecía de los conocimientos técnicos para progresar.  Algún día volveré sobre ellos para revisarlos y ver si se puede sacar algo que merezca la pena.  ¿Talento?  El talento es como un gen que tenemos oculto que ningún científico es capaz de detectar.  Ese gen se manifiesta de repente pero no deja de ser un diamante en bruto.  Si no se invierte en estudio y atención nunca se podrá desarrollar y perfeccionar.  No basta con leer muchas piezas literarias ni quedarse en el resultado de rellenar hojas a los impulsos de la imaginación.  La imaginación es únicamente el detonante.  Luego hay que volver sobre lo escrito y emplear muchas horas revisándolo todo; el registro, la construcción gramatical, el sentido y considerar si lo que hemos escrito realmente expresa lo que queremos decir.  Escribir es un trabajo de ocho horas diarias en el que la inspiración sólo equivale a quince o veinte minutos maravillosos.  El resto es trabajo muy complicado tachando, eliminando ideas superfluas, adjetivos redundantes e innecesarios y rescribiendo lo que hicimos en nuestro dulce momento de inspiración.  Ello no implica que los genios de la literatura no sean capaces de escribir sin tanto trabajo pero no es debido a que tengan más inspiración sino a que su labor de revisión sea menos dolorosa porque escriban de una forma más efectiva.  Si nos detenemos a leer la biografía de grandes escritores encontraremos muchos momentos de esterilidad imaginativa y que muchas novelas que nos parecen geniales hayan tardado años en plasmarse en un manuscrito digno de ser publicado.

¿Qué tipo de libros constituían tus lecturas juveniles?  ¿Veías mucha televisión?

Julio Verne, Walter Scott, R.L. Stevenson, Dickens, Salgari, Rice Burroughs,... lo normal de la literatura juvenil. Solía ver bastante televisión cuando la televisión merecía la pena.  Antes había retransmisiones de obras de teatro, sesiones de cine y otros programas que, por lo menos, entretenían.  Eso ya no existe y, por tanto, me limito a ver alguna que otra retransmisión deportiva, las noticias y poco más.  El exceso de publicidad y los programas de mal gusto me han quitado el interés.  Además, me quedan muchos libros por leer y muchas cosas gratificantes por hacer para perder el tiempo con ese tipo de televisión.

¿Cómo fue evolucionando tu interés por la literatura?

Creo que fue una combinación muy afortunada de muchas cosas.  Por una parte, tuve la suerte de tener muy buenos profesores.  Profesores a los que se les notaba el placer de enseñar y que, más que ordenar, te sugerían que leyeses tal o más cual libro o autor.  También tuve la oportunidad de conocer y conversar con varios autores sobre el oficio de escribir y aprendí de ellos que cualquier persona, si lo desea, puede llegar a escribir y bien.  Es decir, me pusieron ante el reto de que yo también podía hacerlo.  Y, por supuesto, en mi familia siempre existió el placer por la lectura y la escritura.  Todavía conservo muchos poemas y escritos que me solía mandar mi abuelo como una forma de divertimento literario.

¿Tenías preferencia por leer en español o en inglés?  ¿Cuál es la diferencia, o la preferencia, si es que existe?

Ninguna.  La diferencia o preferencia se basaba en mis conocimientos idiomáticos.  La gran ventaja de saber varios idiomas te permite poder leer a los autores en su idioma original.  Por muy buena que sea la traducción de un libro, nada es comparable a escuchar la palabra concebida por el autor.  Las palabras y las construcciones gramaticales, aunque similares, no terminan de expresar lo mismo en una traducción.  Siempre se pierde algo de la sutileza, el acervo cultural y el particular sentido que le quiso dar el autor a una idea en concreto.  Es algo parecido a la música.  La misma partitura puede ser interpretada de forma distinta por dos músicos pero siempre nos quedará la duda de cómo quiso interpretarla el compositor.  Esta misma entrevista si la lees en español y en inglés, suponiendo que conoces ambos idiomas, podrías comprobar que la idea en ambas tiene cierta entonación que las hace distintas aún expresando lo mismo.

En el colegio, participaste en muchas actividades deportivas y artísticas.  ¿En qué actividades deportivas estuviste involucrado?  Tengo entendido que jugabas al baloncesto.  ¿Cómo conseguías jugar no siendo una persona de gran estatura física?

¡La juventud es osada!  No, la verdad es que siempre me han apasionado los deportes de equipo y utilizar la inteligencia al practicarlos.  Es cierto que muchos de ellos se han convertido en deportes mucho más físicos que inteligentes pero tampoco los he practicado a nivel profesional, con lo que siempre hay más espacio para que personas que no cumplen el canon establecido puedan jugarlos.  Mi dedicación a los deportes del colegio fue debida más a la camaradería reinante que otra cosa; aparte de cumplir con el sentimiento atávico de pertenencia a un grupo.  Así, además del baloncesto, fui jugador en el equipo de fútbol y en el de béisbol.

Cuéntame de tus actividades teatrales.  ¿Qué es lo que más te atraía de participar en las obras de teatro del colegio?  ¿Cuáles te gustaban más, las obras en habla inglesa o las obras en castellano?   ¿En qué tipo de obras participaste?

Insisto en la idea que muchas actividades escolares se hacen por el espíritu de camaradería y por el interés e ilusión de los profesores.  Si, encima, ello te produce placer y, no nos engañemos, un engrandecimiento de tu ego, entonces te vuelcas apasionadamente.  A mí personalmente me daba igual en qué idioma estuviera la obra.  El subirte a un escenario, moverte por él, controlar los nervios, intuir al público prestándote toda su atención y reaccionar ante tu actuación tenían un efecto embriagador.  Por eso hice de todo, cómicas, dramáticas, antiguas, contemporáneas... me daba igual.  El teatro es universal y el tipo, el registro o la época son recursos del autor, no del intérprete.  El intérprete sólo tiene que ajustarse a los recursos del autor de la misma forma que los ciudadanos se ajustan a la ley.

¿Qué cosas te gustaban hacer cuando no estabas en el colegio?

Me gustaría contestar algo sublime como que me pasaba las horas en el Museo del Prado o que no salía de la Biblioteca Nacional pero mentiría.  Solía hacer las cosas que hacían los colegiales de la época como reunirse en grupo, ir al cine, a fiestas y alguna que otra maldad de adolescente.  Lo que no hacía era perder el tiempo en comportamientos ociosos que no aportaban nada a mi desarrollo como persona.  Me asusta mucho la actitud de la juventud de hoy en día que utiliza el alcohol y las drogas como su forma de evasión y divertimento.  En esto todos somos culpables.  Deberíamos fomentar la diversión sana y el interés por visitar las cosas maravillosas que toda ciudad o región puede ofrecer.  Es triste pero se cumple en todo el mundo que las personas de una ciudad son las que menos visitan las maravillas que se encuentran en su localidad.  Es más sencillo encontrar un japonés que haya estado en el MOMA (Museo de Arte Moderno, en Manhattan) o un español que conozca la Muralla China que un neoyorquino o un chino.

¿Cuáles son tus autores favoritos?  ¿Qué es lo que más te gusta de ellos?

Yo no tengo autores favoritos.  Creo que todos tienen algo inteligente que decir.  Puede que no compartamos sus puntos de vista pero eso no es un problema del autor sino del lector.  Además, es muy interesante comparar los estilos de cada uno.  Unos suelen ser densos y rebuscados, otros más ligeros y directos... creo que, poco a poco, conforme los vas conociendo, te decantas más por unos que por otros.  Si por ello distinguimos a los favoritos, entonces tengo varios pero tampoco soy de los que se leen toda la bibliografía de un único autor.  Es más, si lo intentas descubrirás que no todos sus libros son buenos ni suscitan el mismo interés.  Al llegar a este punto me pregunto: ¿Deja por ello de ser un autor favorito?  Yo creo que no.

¿Prefieres escribir en inglés o en español?  ¿Qué tipo de literatura haces?

Suelo escribir mucho más en español.  Personalmente pienso que se presta a mayores sutilezas por la riqueza y variedad del lenguaje.  El inglés dispone de menos sutilezas y es mucho más alegórico en su afán por enriquecerse.  También es posible que me exprese mejor en un idioma que en otro y éste sea el español.  La verdad es que nunca me he parado a pensarlo, simplemente me dedico a escribir en un idioma o en el otro porque así me vino la inspiración.  En cuanto al tipo de literatura, mi favorita es la novela ya que mi estilo requiere escribir a lo largo y ancho del papel, utilizar innumerables personajes y engordar la trama principal con varias tramas colaterales.  Mis relatos e historias cortas carecen de la ligereza que dicha técnica requiere.  Yo soy incapaz de reproducir un mundo en dos páginas mientras que O. Henry lo hacía en dos párrafos.  Sin embargo, y esto es curioso, me siento muy cómodo escribiendo poemas de verso libre en inglés.

¿Cuándo comenzaste a interesarte por el Arte?

De toda la vida.  Tuve la suerte de contemplar las obras de los grandes maestros de la pintura, la escultura y la arquitectura desde muy joven.  Mi primer encuentro con el gótico fue a los doce años y a los catorce ya había visitado la Capilla Sixtina y había tocado con mis propias manos al Moisés de Miguel Ángel y contemplado su David.  He estado en el Partenón y en el museo del Louvre y en el Prado.  He visitado Versalles y Stonehenge...  La lista podría ser interminable.  Mi última experiencia es haber estado en el castillo de Drácula en los Cárpatos.

¿Qué fue lo que te inspiró a escribir tu colección de relatos sobre cuadros famosos?

El detonante fue una portada bastante curiosa de una revista que cayó en mis manos.  Anunciaba la exposición de La Mujer en la Obra de Goya que se exhibía por aquellas fechas en el Museo del Prado en Madrid.  Después de ver la cubierta sentí la necesidad de escribir un relato sobre Goya y su Maja Desnuda.  Le enseñé el relato a Luisa Masó, una gran amiga e hija de un famoso productor cinematográfico español, y estuvimos hablando sobre el tema y lo interesante que sería escribir una serie de relatos alrededor de cuadros famosos.  Conforme lo hacíamos me vinieron otras dos historias a la cabeza y un mes más tarde, me planteé la colección ajustándola a una serie de premisas.  Me ceñiría a relatar sobre pintores españoles a lo largo de la historia, escogería una obra representativa del artista y escribiría la historia que la pintura me sugiriese.  Obviamente, debía respetar la historia y los hechos pero me permití cambiar ciertas cosas de manera que lo contado en el relato ni pudiera negarse ni aseverarse.  Más tarde decidí incorporar otros pintores menos conocidos del gran público como contribución a la difusión de sus obras.

¿Qué otras actividades practicas en tu tiempo libre?

Suelo montar mucho a caballo con mis hijos.

¿Qué consejo les darías a jóvenes o a adultos que tiene que enfrentarse a grandes cambios en su vida?

Que piensen mucho las cosas importantes que van a hacer y que no les falte el coraje para hacerlas.  Es preferible arrepentirse de algo que se ha hecho, dentro de un orden, claro, que lamentarse de algo que tenían que haber hecho y no lo hicieron.

¿Tienes alguna frase, dicho o pensamiento que te inspire particularmente?

Innumerables, pero el otro día me encontré leyendo algo que me impactó mucho.  Decía más o menos así:

"Una de las trampas de la Vida que descubrí fue la de poner el sueño al alcance de la nostalgia, de hacerme creer que el tiempo ha robado lo que nunca tuve y que la sensación de plenitud va siempre unida a un cierto sentimiento de pérdida.  Vivir con miedo es la peor de las miserias y el peor pecado que se puede cometer contra la Vida."

en inglés

- 31 enero 2004

 


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Última
actualización:
31 enero 2004
 

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