El gabinete secreto del doctor Ambrosius
por Michael Dunev
(España)
El doctor Ambrosius era uno de esos
exquisitos personajes de la vieja estirpe, educado en
prestigiosas academias europeas, quizás en Viena o Praga.
Él dedicó su vida a la investigación de lo que
significa la belleza, estudiando sus polifacéticas
manifestaciones, tanto en literatura y música como en
pintura, escultura o fotografía. Sus pesquisas le
llevaron a viajar, donde en los rincones más inesperados
conoció a personas que vivían para crear obras de arte.
Conoció a pintores, músicos, poetas, bailarines y a
muchos más que le enseñaron la belleza inherente en el
proceso creativo. Pero el doctor Ambrosius anhelaba
algo más. Empezó a coleccionar ejemplos de todo
aquello que le interesaba y deambuló por el mundo
acumulando cuadros, libros, partituras, antigüedades
hasta abarrotar su casa de valiosos objetos de arte.
Luego llenó un almacén y otro y otro más, que, por el
hermético secretismo de su distinguida personalidad, se
guardaban bajo llave, cómo un gabinete secreto. Yo le conocí muchos años después, cuando ya tenía fama de gran coleccionista y era un visitante asiduo de la galería. Un día estudiábamos una xilografía de Kirchner que a él le había entusiasmado, cuando me preguntó si sabía lo que más deseaba conseguir antes de morir. Imaginándome que se refería a un tesoro inalcanzable, un Santo Grial que no había podido adquirir a lo largo de sus andanzas, permanecí quieto, esperando oír de la oportunidad perdida, de lo que se le escapó y no pudo recuperar. Al cabo de un rato, sin mirarme a los ojos respondió: "lo que más quiero es aprender a mirar". |
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